Un rostro en la sombra

Iturrino y Matisse en Issy-les-Molineaux, cerca de París, c. 1910

De Francisco Iturrino (1864-1924) conocemos una decena de retratos, un puñado de fotografías, un notable corpus de pinturas y grabados, algunos (pocos) documentos personales, bastantes crónicas de época sobre su arte y, sin embargo, sigue siendo un personaje huidizo y escurridizo. Su nombre, inadvertido en la memoria colectiva durante mucho tiempo, sigue casi ausente de los relatos y testimonios vitales de la nutrida nómina de grandes artistas con los que sabemos que se relacionó, como Picasso y, sobre todo, Matisse, con quien consta una amistad de la que apenas nos han llegado unas pocas líneas en unas cartas, referencias indirectas y unos extraordinarios bodegones pintados mano a mano en Sevilla a finales de 1910. Como si quienes le acompañaron en su agitado e inquieto periplo vital hubieran decidido que Iturrino no merecía pasar a la posteridad a través de ellos, como si ellos mismos hubieran escrito por adelantado una historia en la que adivinaban que serían protagonistas y hubieran seleccionado los nombres que querían ver junto al suyo. Sigue leyendo

Cuando el jazz era francés

El 14 de enero de 1929 el diario parisino L’Intransigeant publicaba una breve entrevista al pintor Henri Matisse realizada por un joven crítico de arte de origen griego, Stratis Eleftheriadis, conocido como Tériade, colaborador habitual de los Cahiers d’Art de Christian Zervos. La conversación con Matisse, entonces de paso en París, tras haberse instalado en la Costa Azul en 1917, giró entorno al color, leitmotiv de la investigación creativa del artista: «la expresión viene de la superficie coloreada», dijo entonces a su entrevistador.

Este encuentro fue el inicio de una amistad y colaboración que perduraron hasta el fallecimiento del pintor en 1954. Tériade, que se convertiría en uno de los grandes editores de arte del siglo XX, incluyó sus obras en varios números de su lujosa revista Verve (1937-1960) y le publicó cuatro libros ilustrados, entre ellos Jazz, en 1947, con textos y láminas del propio artista, que exponemos en la Sala Noble del Museo hasta el próximo 13 de enero. Sigue leyendo

Matisse: piedra, papel y tijera

«Dibujar con tijeras. Recortar desgarrando los colores me recuerda la talla directa de los escultores. Este libro [Jazz] ha sido concebido en ese espíritu.»
Henri Matisse

Cuando uno se propone conocer más a fondo algún artista o período creativo en particular, es frecuente verse atrapado por estereotipos históricamente aceptados y dar por buenas e irrefutables las tesis que otros han formulado. Son los lugares comunes de los que nadie escapa –ni siquiera los propios museos– para el estudio y la presentación de los artistas. En ese afán simplificador, se tiende a constreñir el trabajo del artista en compartimentos estancos y a analizar sus creaciones como meros accidentes aislados, ajenos a la contaminación de otras corrientes o a determinados aspectos de su biografía. Así, lo «comercial» es mostrar a Matisse como el maestro del color y el arabesco, de la pintura lírica y decorativa, el fundador de la vanguardia amable y la alegría de vivir. Bla, bla, bla. Sigue leyendo

“Henri Matisse. Jazz” en siete claves

1. “Jazz” es uno de los libros de artista más bellos del siglo XX. Una obra que refleja la importancia concedida por Matisse al color como nexo de unión entre lo icónico y lo abstracto.

2. Las imágenes de “Jazz”, de trazo sencillo y sintético, consiguen introducir al espectador en composiciones improvisadas y espontáneas. Forma y, sobre todo, color imprimen cadencia y ritmo.

3. “Jazz” cuenta con veinte ilustraciones que fueron realizadas a partir de originales de Matisse trabajados con papeles pintados con gouache. Para su ejecución, el pintor francés cambió los pinceles por las tijeras. Sigue leyendo

Siete razones para visitar “La furia del color. Francisco Iturrino (1864-1924)”

1. Francisco Iturrino protagoniza la renovación de la pintura española de finales del siglo XIX y principios del XX, entonces dominada por el academicismo conservador.

2. La exposición muestra tres aspectos fundamentales de su obra: los años de formación y la influencia de la bohemia parisina, la predilección por el color exaltado tomado del fauvismo y la pintura de madurez protagonizada por el jardín y la mujer.

3. Es un recorrido inédito que permite ver las obras de Iturrino en diálogo con las de otros doce artistas de su tiempo. Están presentes Matisse, Vlaminck, Derain, Ortiz de Zárate, Zuloaga, Anglada-Camarasa, Regoyos, Nonell, Juan de Echevarría, Ismael Smith, Vázquez Díaz y Fernando de Amárica. Sigue leyendo

Heterodoxia

«La fría exactitud no es el arte»
Delacroix

La trayectoria vital y artística de Francisco Iturrino parece estar marcada desde sus inicios por una extraña irradiación espiritual determinista, una especie de aura de disensión que le impulsa a proceder a contrapelo. Siempre en movimiento, nunca complaciente, siempre distinto y casi nunca comprendido. Y es que la libertad, en grado superlativo, y aplicada a la creación artística, muchas veces deviene en malditismo o proscripción. Actuar como un heterodoxo, salir de la zona de confort o del redil, tiene sus riesgos.

En el mismo momento en que nace Iturrino, a más de 1.000 km de distancia, en París, Édouard Manet conoce a la que será su modelo predilecta, Victorine Meurent. Comienza entonces el período más fructífero de la pintura de Manet, con cuadros en los que la modelo (y también pintora; https://fr.m.wikipedia.org/wiki/Fichier:Le_jour_des_rameaux.jpg) aparece disfrazada «a la española» y con los que trata de imponer su talento en el ámbito de la oficialidad artística. Autor de una pintura que subvierte las normas establecidas, presenta al Salón en 1863 varias de las obras de temática española y la que convertirá en epítome del escándalo esa edición: Déjeuner sur l’herbe, por muchos considerada la primera pintura verdaderamente moderna. Ese año, ante la ingente cantidad de obras rechazadas por el jurado del Salón (más de la mitad) y para evitar disturbios, Napoleón III decide crear un Salón de los Rechazados (refusés) junto al Oficial.

Édouard Manet, Déjeuner sur l’herbe, 1863. Musée de Orsay, París

Sigue leyendo

La otra orilla

Como una «bandada de aves migratorias» (en palabras del crítico Louis Vauxcelles), los pintores parisinos comenzaron a volar a la costa francesa del Mediterráneo en los años finales del siglo XIX y los primeros de la siguiente centuria. Localidades como Colliure, Saint-Tropez o Niza serán su refugio estacional frente a los duros inviernos, el competitivo medio artístico y la agitada vida urbana de la capital. Los pequeños pueblos pesqueros de la costa les proporcionaron tiempo para reflexionar sobre su arte, compartir impresiones en las efímeras colonias que formaron en estos lugares, para navegar, pasear y, sobre todo, para pintar a pleno sol, bajo la intensa luz mediterránea. Sigue leyendo

Postales desde el paraíso: Bonnard recluido en un «encantador palomar»

El tópico matissiano de la «alegría de vivir» en la pintura de la primera mitad del siglo XX tiene su génesis en la Costa Azul francesa. Y al margen de la obra que Matisse produce en Niza, históricamente se ha considerado la realizada por Pierre Bonnard en Le Cannet desde finales de los años 20 como singular y principal referente estético de aquella rutilante Arcadia reinventada. A saber, una pintura modesta en su intención, lírica y ornamental, de exaltación gozosa del color y la luz y que denota una unión perfecta entre hombre y naturaleza. Sigue leyendo

Postales desde el paraíso: Maillol «el griego»

Visto con cierta distancia, no resulta muy disparatado afirmar que conocer al conde Harry Kessler es el episodio más determinante en el éxito artístico de Aristide Maillol. El encuentro con el que será su mecenas, narrado por Kessler en su diario, tiene lugar en agosto de 1904. Acude el noble alemán –definido por el poeta W.H. Auden como «el hombre más cosmopolita que he conocido nunca»– al estudio del escultor en Marly-le-Roi, a las afueras de París, donde se encuentra con «un campesino con los cabellos sin cortar desde hacía tiempo» que apenas se interesa por conocer el nombre de su interlocutor y que se presenta a sí mismo como Maillol, a secas. Sin embargo, enseguida congenian y fluye la conversación. Kessler se entusiasma con un boceto, una figura femenina agachada, que le llama la atención por el arabesco de las líneas y su concisa síntesis, y le anima a realizar esa escultura –la célebre Mediterráneo– a tamaño natural. Hablan también de la posibilidad de ilustrar las Bucólicas de Virgilio para un proyecto editorial que tiene en mente. Sigue leyendo

Viajar desde el sofá (o el museo)

Viajar desde un butacón de nuestro salón no es un placer moderno que le debamos a la invención de los canales temáticos de televisión. En realidad, los antecedentes de esta gozosa práctica del turismo mental se remontan a la antigüedad, en la que podemos citar como ejemplo la celebérrima Descripción de Grecia de Pausanias, del siglo II de nuestra era, que se ha venido considerando la primera guía de viajes de la historia, en la que su autor acumula noticias de monumentos, datos históricos, descripciones, leyendas y anécdotas que convierten las páginas de su periplo en una experiencia extraordinaria, incluso para un lector contemporáneo. Sigue leyendo