Diario de una expo: 1. Proyecto y planificación

Durante esta semana, y mediante tres entradas diferentes en este blog, os mostraremos cómo hemos realizado la exposición Casas–Rusiñol en el Museo Carmen Thyssen Málaga. Se trata de haceros partícipes de nuestro entusiasmo y de que veáis, a través de una serie de galerías fotográficas, lo que se cuece entre bambalinas. Todos los profesionales del Museo se han volcado en este proyecto, como todos nuestros colaboradores se afanan en hacernos más fácil nuestro trabajo. Esperamos que os guste.

Contenido

En la organización de una exposición se recorre un camino sinuoso. Todo empieza con una ilusión que poco a poco va tomando forma. Estudiamos a fondo el tema a tratar, elegimos las obras que formarán parte de la muestra, contactamos con las instituciones o personas que las poseen y gestionamos los préstamos. A continuación vamos acotando las primeras pautas del proyecto, título, fechas, número de obras, textos e imágenes del catálogo, colaboradores. Realizamos las primeras reuniones de trabajo y planteamos los primeros planos con la ubicación de obras en la sala.

 

Sigue leyendo

Un mes para descubrir el paisaje

Cada martes entre el 18 de febrero y el 18 de marzo tuve la suerte de asistir a una serie de conferencias que nos ofrecía el Museo Carmen Thyssen de Málaga. Un curso monográfico, formado por cinco conferencias y una visita guiada de la exposición, al alcance de cualquier persona interesada en el mundo del arte.

Como estudiante de Historia del Arte puedo afirmar que el curso ha cumplido su finalidad de mostrarnos la evolución del paisaje. Tengo que aplaudir a todas las conferencias en general, hemos tenido el placer de escuchar a profesores de arte, directores artísticos, directores de museos e historiadores del arte, sin duda una combinación más que acertada para tratar un tema tan importante como la evolución del paisaje.

Sigue leyendo

Sinergia y compromiso

Este lunes 24 de Marzo se ha cumplido el tercer aniversario de la aparición del Museo Carmen Thyssen en el espacio cultural español. Durante este período, tras las dificultades iniciales, el equipo del Museo ha trabajado intensamente en configurar la personalidad de la institución, tomando como referencia tanto la naturaleza de su colección pictórica como el carácter de nuestra ciudad.

En líneas generales, sus rasgos se corresponden con los de un Museo comprometido con su contexto, abierto a todos, con una atención de calidad, accesible y dinámico para los agentes culturales y sociales que le rodean.

La base de nuestro trabajo es la sensibilidad con el visitante, a quien ofrecemos un trato cercano que complete las sensaciones de la contemplación pictórica como del histórico Palacio de Villalón que le sirve de pórtico.

Sigue leyendo

El arte y el concepto de género

Los últimos días de verano los pasé haciendo prácticas de la Universidad de Málaga en el Museo Carmen Thyssen Málaga. Me encontraba terminando las tareas que se me encomendaron, cuando miré a mi alrededor y me di cuenta de que en el Área de Educación se estaba planteando un proyecto consistente en tratar un tema tan en boga en los medios de comunicación y en la sociedad en general: el género. Recordé entonces cuando tanto en el colegio como en el instituto mis profesores de Lengua Castellana se obcecaban en enseñarnos que el término género se utilizaba únicamente como designación gramatical…Sí. Aquello de el, la, los, las y lo, y demás parafernalia de etiquetar cada palabra para hacer un uso correcto del buen castellano. Fue entonces cuando comencé a tomarle odio al telediario por ese mal uso de la palabra género, y cada vez que un avispado presentador de noticias del día utilizaba ese término, me indignaba tanto que empecé a tachar de incorrecto a todo aquel que usaba un concepto equivocado para el mismo.

Fueron largos mediodías percibiendo en mi televisor esa expresión tan conocida que los periodistas decidieron incorporar a su agenda-setting como primer tema del día: violencia de género atiborrando los mass media. Yo delante del televisor pronunciaba indignada: “¡de  sexo, no de género!”. Me equivocaba.

Poco después, en la Universidad, me di cuenta de que realmente el término género tenía otras acepciones, que mis profesores de colegio e instituto no habían investigado lo suficiente para poder transmitírnoslo de una manera correcta, pues los medios de comunicación realmente no estaban errando. Llegué a entender entonces que el género es una especie de denominación social del sexo y tiene que ver con todo lo relacionado con el punto de vista que la sociedad se hace del hombre y de la mujer. Entrarían entonces en juego esas ideas relacionadas con la reputación, lo correcto e incorrecto para ser hombre o mujer, y diferentes etiquetas para cada sexo, desde las más dulces a las más detestables.

Reflexionar sobre el género es mirar alrededor y darnos cuenta de que la mujer y el hombre cumplen unos determinados roles en la sociedad que han ido evolucionando con el tiempo, pues desde muy antiguo siempre se ha tenido un concepto social de cada uno de ellos.

¿Y qué tiene que ver esto con el arte? A lo largo de mi formación relacionada con el mundo del arte, y observando de más cerca este proyecto que prepara el Área de Educación del Museo Carmen Thyssen Málaga, estudiando las representaciones que de cada sexo se ha hecho a lo largo de toda la historia del arte, obtenemos diferentes datos históricos de la evolución del género en diferentes sociedades. Podemos obtener detalles de cómo es mirada la mujer y por quién, y cómo es mirado el hombre y por quién, y qué implicación tiene eso en la sociedad.

En este proyecto, las encargadas de educación seleccionan las pinturas del museo y tratan de relacionarlas con la actualidad y la vida cotidiana. Mientras trabajan yo me pregunto: ¿cómo ha cambiado a lo largo de la historia el concepto de la mujer y del hombre hasta nuestros días? ¿Cuál era el ideal de belleza durante la tradición y cuál es el ideal de belleza que existe hoy día? ¿Se incluye al fin la mirada de la espectadora ante la representación del hombre?

El proyecto tiene como objetivo reflexionar sobre el hombre y la mujer del siglo XIX y cómo han cambiado hoy en día. Dirigido a estudiantes de Educación Secundaria Obligatoria y de Bachillerato, los jóvenes podrán cuestionarse si en la actualidad aún perviven estas cuestiones de género.  Sería interesante recoger todas esas opiniones de los adolescentes para archivarlas y leerlas cuando haya pasado mucho tiempo. Mi pregunta es: ¿Cambiará el concepto social que se tiene de los hombres y mujeres hoy día dentro de treinta años? ¿Y esto supondrá alguna innovación en su representación?

Son cuestiones que dependen, por supuesto, del espectador, pues al fin y al cabo, creo que es él (o ella) quién dirige la sociedad, y, por supuesto, redirige la evolución artística.

Córdoba en tiempos de Julio Romero de Torres

Corrían los últimos años del siglo XIX, cuando la ciudad de Córdoba vivía una intensa reforma urbana y social; la llegada del ferrocarril a la capital en 1859, provocó un notable progreso hasta el punto que la clase burguesa, promovió las obras del Ensanche del Gran Capitán y los Jardines de la Victoria, dando a la ciudad un aire más cercano a las ideas de la Ilustración, muy a la moda entre la aristocracia de la época. Así mismo, a mediados del mismo siglo, se derribó la muralla que cercaba el casco urbano desde época romana, en aras de la Modernidad; de otra parte se comienzan las obras del Murallón, que evitaría las avenidas del Guadalquivir, que tanto daño causaron en la ciudad, proyecto que tardaría más de un siglo en concluirse, desde finales del siglo XVIII hasta principios del siglo XX.

Córdoba era una ciudad en continua transformación; mientras, en una casa de la plaza del Potro, nuestro pintor, Julio Romero de Torres, vive ajeno a todo aquello que acontece a su alrededor; seguramente al salir de su casa se encontraba esa ciudad levantada en obras, pero Julio, como quien no quiere tomar conciencia de su momento, quiso reflejarnos en sus cuadros esa Córdoba Eterna, la de todos los tiempos, la del río Guadalquivir que pasa susurrando por la ciudad, la de ese Arcángel San Rafael que, desde lo más alto de su Triunfo, custodia y protege a los cordobeses, la de esa torre de la Mezquita que, con su imponente verticalidad, desafía al cielo de Andalucía, la de ese puente romano que ha sido testigo de los últimos dos mil años en la ciudad;  la de esa plaza de la Fuenseca, donde parece que el tiempo se detiene; o la de esa Calleja de las Flores, donde el silencio es la mejor melodía, sólo roto por las campanas de algún convento que llaman a la oración de vísperas,  al atardecer sobre la ciudad califal.

Córdoba, ayer, hoy y siempre eterna, donde aún hoy dicen que se ve el perfil de Julio Romero, paseándose por la Ribera, con su capa española y su sombrero cordobés; donde las mujeres conservan esos rasgos castizos y andaluces que bien retrató el pintor; Córdoba de semejanzas y contrastes, cosmopolita y provinciana, que mantiene su mirada firme en el pasado, cuando llegó a ser la capital Al Andalus y todo un referente en Occidente, pero que mira hacia el futuro a la vez. Ciudad para encontrarse con uno mismo, para enamorarse, para dejarse llevar e inundar por la sensaciones, ciudad que hechiza y te cautiva desde el corazón; y es que como reza un lema en el patio de su casa: Julio Romero de Torres “supo plasmar en los fondos de sus cuadros y en los ojos de sus mujeres, toda el alma de la ciudad”.