Max Ernst, naturalmente

«La belleza será convulsa o no será» André Breton, Nadja, 1928

En la Sala Noble del museo se expone actualmente la serie Historia natural (Histoire naturelle), formada por treinta y cuatro dibujos de Max Ernst reproducidos en fototipia y publicada en forma de carpeta en 1926 por la galerista Jeanne Bucher. A la vista de esta obra maestra del surrealismo, de mano del que Giulio Carlo Argan consideraba «el más surrealista de los surrealistas», surge la tentación de hacer un buen retrato del natural del autor –uno de los artistas más inventivos y desconcertantes del siglo XX–. Pero es éste un reto mayúsculo, no sólo por tratar de evitar que resulte adocenado o trivial, ni por las limitaciones propias de este medio, que no permite ahondar en ciertos aspectos suculentos del personaje, sino, sobre todo, por la intensidad de la obra de Ernst, por lo abundante de su producción y por lo emocionante de su biografía, cuestiones que indefectiblemente determinan la lectura que pueda hacerse del artista y su universo creativo. Aun así, trataremos de que la efigie resulte, si no enjundiosa, al menos verosímil y pertinente.

Sigue leyendo

Más allá de la naturaleza

“Yo que soy un hombre de ‘constitución ordinaria’ he hecho todo lo posible para convertir mi alma en monstruosa. Como nadando a ciegas, me he hecho vidente. He visto. Y me he encontrado, para mi sorpresa, enamorado de lo que veía, deseoso de identificarme con ello.” Max Ernst, 1936

En nuestro deseo (y necesidad) de aprehender y comprender el mundo que nos rodea, de encontrar un sentido a todo, hemos compilado y transmitido a lo largo de los siglos nuestro saber y también nuestro desconocimiento sobre la naturaleza. Cada época histórica ha tratado de reflejar su inextricable complejidad para ilustración y asombro de contemporáneos y sucesores. Y si hoy los medios para contener nuestras verdades, teorías, sospechas y errores son tantos que las generaciones del futuro tendrán serias dificultades para recopilar las informaciones en ellos contenidas, nuestros antepasados concentraron el mundo por ellos conocido e ignorado en publicaciones que, bajo el amplio título de Historia natural, compendiaban en extensos volúmenes todo lo referente a las especies y su medio y modo de vida.

Sigue leyendo

10 claves para visitar “Perversidad”

1.- La exposición plantea un recorrido que se inicia con la imagen de la femme fatale  y se adentra en el cambio de paradigma que acontece en un intervalo de unos setenta años. Desde la creación y difusión, durante la segunda mitad del siglo XIX, de un relato negativo en torno a la mujer, como objeto pasivo y sexualizado, convirtiéndola en responsable de la fatalidad del hombre, hasta la visión de mujeres activas, creadoras, transgresoras e independientes que ofrecieron una mirada sobre su propia identidad.

Sigue leyendo

Perversidad (y algunas consideraciones de género y número)

Kitty [Joan Bennett]: –¿Cuánto tiempo le lleva pintar un cuadro?
Chris Cross [Edward G. Robinson]: –Bueno, a veces un día, a veces un año. No se puede decir. Un cuadro va brotando.
Kitty: –¿Es que un cuadro puede brotar?
Chris Cross: –El sentimiento brota. Eso es lo importante, el sentimiento.
Perversidad (Fritz Lang, 1945)


Sigue leyendo

5 Reflexiones para disfrutar de Modernas y Seductoras

1.- Las treinta y dos obras originales seleccionadas para la muestra se publicaron en Blanco y Negro y ABC como ilustraciones de sus diversas secciones, acompañando a historias, artículos o cuentos. Blanco y Negro fue una revista creada en 1891 por Torcuato Luca de Tena, para ello se  inspiró en otras publicaciones europeas, ofreciendo una imagen de modernidad y reflejando un nuevo estilo de vida. Seguir leyendo

Un rostro en la sombra

Iturrino y Matisse en Issy-les-Molineaux, cerca de París, c. 1910

De Francisco Iturrino (1864-1924) conocemos una decena de retratos, un puñado de fotografías, un notable corpus de pinturas y grabados, algunos (pocos) documentos personales, bastantes crónicas de época sobre su arte y, sin embargo, sigue siendo un personaje huidizo y escurridizo. Su nombre, inadvertido en la memoria colectiva durante mucho tiempo, sigue casi ausente de los relatos y testimonios vitales de la nutrida nómina de grandes artistas con los que sabemos que se relacionó, como Picasso y, sobre todo, Matisse, con quien consta una amistad de la que apenas nos han llegado unas pocas líneas en unas cartas, referencias indirectas y unos extraordinarios bodegones pintados mano a mano en Sevilla a finales de 1910. Como si quienes le acompañaron en su agitado e inquieto periplo vital hubieran decidido que Iturrino no merecía pasar a la posteridad a través de ellos, como si ellos mismos hubieran escrito por adelantado una historia en la que adivinaban que serían protagonistas y hubieran seleccionado los nombres que querían ver junto al suyo. Sigue leyendo

Cuando el jazz era francés

El 14 de enero de 1929 el diario parisino L’Intransigeant publicaba una breve entrevista al pintor Henri Matisse realizada por un joven crítico de arte de origen griego, Stratis Eleftheriadis, conocido como Tériade, colaborador habitual de los Cahiers d’Art de Christian Zervos. La conversación con Matisse, entonces de paso en París, tras haberse instalado en la Costa Azul en 1917, giró entorno al color, leitmotiv de la investigación creativa del artista: «la expresión viene de la superficie coloreada», dijo entonces a su entrevistador.

Este encuentro fue el inicio de una amistad y colaboración que perduraron hasta el fallecimiento del pintor en 1954. Tériade, que se convertiría en uno de los grandes editores de arte del siglo XX, incluyó sus obras en varios números de su lujosa revista Verve (1937-1960) y le publicó cuatro libros ilustrados, entre ellos Jazz, en 1947, con textos y láminas del propio artista, que exponemos en la Sala Noble del Museo hasta el próximo 13 de enero. Sigue leyendo

Matisse: piedra, papel y tijera

«Dibujar con tijeras. Recortar desgarrando los colores me recuerda la talla directa de los escultores. Este libro [Jazz] ha sido concebido en ese espíritu.»
Henri Matisse

Cuando uno se propone conocer más a fondo algún artista o período creativo en particular, es frecuente verse atrapado por estereotipos históricamente aceptados y dar por buenas e irrefutables las tesis que otros han formulado. Son los lugares comunes de los que nadie escapa –ni siquiera los propios museos– para el estudio y la presentación de los artistas. En ese afán simplificador, se tiende a constreñir el trabajo del artista en compartimentos estancos y a analizar sus creaciones como meros accidentes aislados, ajenos a la contaminación de otras corrientes o a determinados aspectos de su biografía. Así, lo «comercial» es mostrar a Matisse como el maestro del color y el arabesco, de la pintura lírica y decorativa, el fundador de la vanguardia amable y la alegría de vivir. Bla, bla, bla. Sigue leyendo